Partamos de una premisa inaceptable para la mayoría: esta insalvable ciudad –abigarrada colmena sin planificación, contaminada, mugrosa, costruda, mal gobernada, agujereada como si la Luna cicatrizada por los hoyancos de miles de meteoritos hubiera perdido el ombligo; violenta y sucia-- es la irremediable consecuencia de los errores acumulados a lo largo de 700 años.
Es una concentración monstruosa de habitantes del error y el caos, víctimas y autores desde el origen irracional, mitológico (como otras tierras prometidas en la historia), cuyo desarrollo a lo largo del tiempo, ha ido siempre contra toda lógica. No ha escapado jamás de esa condición. Nunca ha rectificado, sobre todo con el más grave de sus problemas, el agua y su paradoja, para tenerla y para deshacerse de ella. Y con él tod