En Viedma, una joven universitaria se enfrentó a la Justicia con un pedido cargado de simbolismo personal: quería suprimir el apellido paterno que la acompañó desde niña, pero que solo le evocaba dolor y ausencia. La decisión no fue impulsiva ni pasajera, sino un deseo profundo que se consolidó al acercarse el día en que recibirá su título universitario.

Para ella, la ceremonia de graduación no solo significa alcanzar una meta académica, sino también honrar a su madre, quien la crió sola, la sostuvo económica y afectivamente y se convirtió en su verdadero sostén familiar. “Quiero recibir mi título con su apellido, porque fue ella la que me dio todo”, expresó en el expediente.

El pedido ante la Justicia

El caso fue analizado por una jueza de Familia de la ciudad capital, quien de

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