Las elecciones generales del 2026 ya nos ofrecen un primer retrato de lo que será un proceso caótico. La ONPE confirmó que la cédula de votación será la más grande de la historia: 44 por 42 centímetros, con 39 partidos y más de 10 mil candidatos en pugna. Este gigantesco papelón no es un signo de pluralidad democrática, sino de desorden político. En lugar de acercar al ciudadano a una elección responsable, lo empujará a la confusión, a marcar por descarte o, peor aún, a anular su voto.

Lo más grave, sin embargo, no está en el tamaño de la cédula, sino en la pequeñez moral de los partidos. La mayoría ha renunciado a la transparencia y a la verdadera participación interna, optando por elegir candidatos a través de delegados en lugar de someterse al voto universal, libre y voluntario de sus

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