Luego de un viaje de veinticuatro horas en bus desde Lima, su cara morena y delgada ha palidecido y su aliento se ha agriado. El paso por la frontera con Chile puede echar por tierra sus planes migratorios, la ansiedad y el trasnocho han enseriado la expresión de Edilson mientras aborda un carro de pasajeros en Tacna, en el extremo sur del Perú, con destino a Arica.

Se desempeñaba como administrador en una empresa de Puerto La Cruz, hasta que tomó la decisión de emigrar para mejorar sus ingresos y poder ayudar a su mamá; su sueldo más bono de alimentación no daban para incluir dependientes.

Una amiga le prestó los bolívares para el pasaje de avión Barcelona-Lima en Avior; luego de cinco años de trabajo logró reunir los dólares para el viaje: quinientos, que ya son menos a punto de ll

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