El descomunal tamaño de la cédula de sufragio que enfrentaremos el 12 de abril del próximo año durante la primera vuelta de las elecciones generales, no hace más que ratificar el bajo nivel de nuestra política y el fracaso de todas las reformas y los esfuerzos que se han hecho en los últimos años para fortalecer los partidos y convertirlos en verdaderos vehículos de representatividad de la ciudadanía, que con su voto elige a los –en teoría– mejores ciudadanos para que conduzcan sus destinos y sean portadores de su voz.
Señalo que es una muestra del paupérrimo nivel de la política en el Perú porque estoy seguro de que la gran mayoría de los candidatos cree que si un pobre señor como Pedro Castillo, un casi iletrado que apenas sabe repetir la palabra “pueblo” y que no estaba ni para regidor