La decisión de la administración de Donald Trump de suspender la ayuda militar a países que comparten frontera con Rusia sacudió a las cancillerías europeas. Los programas alcanzados, que movían cientos de millones de dólares al año, eran una pieza clave en la estrategia de disuasión contra Moscú.

En el terreno diplomático, el anuncio dejó más preguntas que respuestas. Mientras el Pentágono guarda silencio, los gobiernos bálticos temen quedar expuestos en un escenario que ya de por sí es frágil. Estonia, Letonia y Lituania, con presupuestos de defensa limitados, dependían de esos fondos para infraestructura y entrenamiento militar.

En paralelo, en Washington tampoco hay claridad. Legisladores de ambos partidos aseguran que el Departamento de Defensa no explicó cómo se ejecut

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