El gobierno no acierta en sus decisiones y cada paso que da parece enterrarse en el lodazal que él mismo diseñó. Innecesariamente convirtió a las elecciones en la provincia de Buenos Aires en un plebiscito sobre la gestión nacional, paradójicamente en la jurisdicción en la que siempre le fue peor y en la instancia electoral menos apropiada , aquella en la que los intendentes del panperonismo están dispuestos a poner toda la carne al asador para retroalimentar sus propias gestiones.
Con una política económica en terapia intensiva sobre la que todos los actores –incluido el propio oficialismo- reconocen que deberá modificarse tras las elecciones generales de octubre; con un ministro de Economía llamativamente corrido de la escena y reemplazado por el secretario de Finanzas, Pablo Quirno