Lloró Messi en la previa, durante el himno, besando a sus hijos, y lloramos todos, porque sabemos que este cuento es perfecto y finito. Es finito porque el final está cerca, porque el sueño del pibe atraviesa el último capítulo. Pero... No fue el último baile. El último baile será Mundial...

Y ahora escribo en primera persona y en modo autorreferencial. Me recuerdo en Qatar sabiendo que un Messi aún mejor estaba por venir. Uno mejor que aquel que había nacido después de la Copa América que la Selección argentina ganó en el Maracaná. Y ahora me pasa algo igual.

Como en la más fantástica de las películas, o en una fábula sin par, Messi va por algo más . Este extraterrestre que naturalizó lo imposible no va a ir hasta Estados Unidos 2026 para pasear.

Emociona verlo rodeado por sus ge

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