La fiesta fue completa. Nadie tenía certezas de que era la última (oficial) en el Monumental o no, pero qué importa. Lionel Andrés Messi regala alegrías como si fuese un Papá Noel eterno. Puede estar jugando un partido complejo desde lo sentimental, pero en un ratito se sube al pedestal y demuestra que nadie aún le quitó el trono del mejor jugador del mundo. Por más que el DNI canta 38, por más que las piernas no respondan exactamente igual a las órdenes que da el cerebro, Leo sigue siendo la bandera de la Selección y continúa dejando marcas en la historia: dos goles y más magia. En lo que fue, según confirmó luego del 3-0, que fue su último partido oficial en el país.
Leo se preparó diferente para una noche especial. Y eso se notó en la previa, cuando en pleno campo de juego del Int