Los habitantes del este de la ciudad describen una aceleración en la “israelización”, y un retroceso en su libertad de expresión y de movimiento desde el inicio de la guerra
Tres puestos de vigilancia de la policía israelí enmarcan la entrada a la Puerta de Damasco, por la que la mayoría de palestinos acceden al barrio musulmán de la Ciudad Vieja de Jerusalén . Entran y salen por el impresionante portón de la época otomana sin aminorar el paso, aparentemente ajenos o acostumbrados a la presencia de los agentes. “Desde octubre de 2023 prácticamente nunca voy a la Puerta de Damasco, uso otros accesos. Me siento mejor si no veo a la policía ahí apostada, marcando el territorio, haciéndonos sentir tan inseguros y tan vulnerables”, dice Salma, socióloga y antropóloga palestina que trabaja