El procesamiento centralizado de vídeo se ha convertido en el talón de Aquiles de muchas operaciones militares modernas. La dependencia de enviar un torrente constante de imágenes desde el frente a un centro de mando lejano crea cuellos de botella, consume un ancho de banda descomunal y, lo que es más peligroso, genera un punto único de fallo que el adversario puede explotar. Frente a este modelo vulnerable, emerge con fuerza una solución tecnológica disruptiva, conocida como computación EDGE, que promete cambiar las reglas del juego en el campo de batalla.
En este sentido, la tecnología EDGE invierte esta lógica al trasladar la capacidad de análisis directamente al dispositivo que captura las imágenes, ya sea una cámara en un casco, un dron o un vehículo. En lugar de transmitir horas d