“No me gusta usar la palabra ‘olor’”, dijo Juan Miranda Colón, que se describe a sí mismo como fanático de la fruta más odorífera del mundo. “Prefiero decir que tiene aroma”.
Miranda, un agricultor de Puerto Rico, estaba a unos minutos de darse un festín con la fruta, el durián, y mientras su hedor flotaba en el aire húmedo y pegajoso de la selva tropical que lo rodeaba, dijo que tenía un sabor dulce en la lengua por la anticipación.
Este contenido es exclusivo para suscriptores
Para leer esta nota, tenemos un plan especial para ti .
Vive los beneficios de ser suscriptor.
Infórmate con calidad.
Hasta 40% de descuento en tu suscripción.
Por tiempo limitado: Edición de aniversario.
Si ya tienes una suscripción, solo inicia sesión .
Semestral digital "100 años"
$349 $100
$100