En noviembre de 2008, Susana Carmona, por entonces una estudiante post doctoral de Neurociencias llevaba dos colegas a una fiesta, cuando una de ellas comentó que estaba pensando en tener un hijo. Las tres se enfrascaron en discutir los cambios que podrían producirse en el cerebro y al final, en lugar de ir a la fiesta, se fueron al laboratorio de la Universidad Autónoma de Barcelona a buscar literatura sobre el asunto.

Lo único que encontraron fue una serie de estudios sobre los cambios durante la preñez en el cerebro de los roedores. De humanos nada, así que al día siguiente las tres fueron a hablar con su jefe, Oscar Vilarroya para plantearle un estudio que midiera con un resonador magnético la neuroanatomía de las mujeres, antes y después de quedar embarazadas.

El proyecto, que fue

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