Elegir el nombre de un hijo nunca es una tarea sencilla. Se mezclan tradiciones familiares, gustos personales, significados culturales y, cada vez con más frecuencia, la necesidad de encontrar algo original que diferencie al recién nacido. En Argentina, donde conviven raíces europeas, indígenas y de inmigración reciente, el abanico de posibilidades es enorme.
Dentro de ese universo de alternativas, algunos padres buscan nombres exóticos, de raíces extranjeras o con significados especiales. Otros, en cambio, prefieren rescatar apodos o términos cariñosos para convertirlos en nombres oficiales.
Eso fue lo que ocurrió con “Toto”, un nombre masculino de apenas cuatro letras que había quedado registrado por única vez en 1937 y que volvió a aparecer 85 años después.
El Registro Nacional