se dio un paseo por Europa nada más nacer la década de 1920. Ya saben, cosas de aquel gallego que escribía como los dioses. El periodista aprovechó que nuestra moneda estaba fuerte para recorrer Teutonia, Britania, Italia y Lusitania. Lo tituló «Aventuras de una peseta». En su periplo, Camba habló con gente corriente y con la de copetín, con el berlinés de cabaret y el portugués de vino ancestral. Vio, vivió y bebió mucho, y después de dar vueltas sentenció que no creía en la raza, sino en la determinación cultural. No obstante, como buen gallego, Camba dejó abierta la posibilidad contraria diciendo que «con un cráneo español no se puede pensar en alemán ».
Esa visión internacional de la vida ha existido desde que norteamericanos y franceses hicieron sus revoluciones contra , a finales