06 sep 2025 . Actualizado a las 11:04 h.

Cuando antes alguien no sabía leer o escribir sentía vergüenza y, no solo eso, sentía el rechazo de saberse excluido del mundo, y la desazón que da la invalidez de la falta de conocimiento. Por eso, quienes no tenían la posibilidad de aprender las letras y defenderse de la opresión de esa carencia, en cuanto podían, ponían todo su empeño en aprender, en estudiar, en leer, en saber para vencer el miedo que genera no enterarse de nada. Lo vemos a diario en la emoción que le produce a un niño que es capaz de leer por primera vez su nombre o cuando se le llenan los ojos de aventuras con su primer cuento. Pero el conocimiento, la lectura profunda, no siempre provoca gozo, porque requiere esfuerzo, voluntad, y un empeño que puede conducir a que se rem

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