Nuestro país, de herencia pacifista, se encuentra completamente consternado, por el incremento –en apariencia inexplicable- de las cifras de asesinatos abominables de mujeres, en casi todas regiones. Actos perpetrados cada vez con más saña, y por los motivos más fútiles.
Cuando las sociedades, cualquiera sea su idioma, no encuentran la palabra exacta, o no tienen en su lexicografía el vocablo que necesita para que sea el referente preciso de un fenómeno social, esa misma sociedad inventa el término. Lo importante es que dé cuenta (encierre en su acepción) lo que todos sabemos -que nos identifica- y lo queremos expresar.
Sin embargo, ocurre bastantes veces que cuando las sociedades se vuelven extremadamente masculinizadas apelan a usos excesivos de atenuantes lingüísticos para eludir el m