En “El suicidio de las democracias” -un libro que está cumpliendo exactamente medio siglo este año- el francés Claude Julien advirtió que a menudo este sistema de gobierno se reduce “a una técnica electoral que ofrece a los ciudadanos la ilusión de estar definiendo su destino cuando, en realidad, ellos saben que, a la hora de la verdad, no serán tenidos en cuenta”.

La interpelación es automática: ¿No es esa convicción la que atraviesa hoy la mente y el espíritu de tantos ciudadanos argentinos en todo el país? ¿Cómo podría no haber millones que han perdido la esperanza? En esa masa ciudadana, aturdida y doliente, hay: cientos de miles de desocupados/as, algunos con larga antigüedad en el desempleo; otras tantas personas que viven de “changas” o tienen un empleo precario, con ingresos insuf

See Full Page