Carlo Acutis, un joven de 15 años que falleció en 2006, será canonizado este domingo 7 de septiembre por el papa León XIV en una ceremonia histórica en la Plaza de San Pedro. Acutis, conocido como el primer santo millennial, es recordado por su fe, solidaridad y su innovador uso de la tecnología para evangelizar. La canonización reunirá a miles de fieles que desean ser parte de este acontecimiento sin precedentes en la Iglesia Católica.

Nacido en Londres en 1991, Carlo creció en Milán, Italia. Desde pequeño mostró una profunda devoción, asistiendo a misa diaria y participando en actividades de su parroquia. A pesar de ser un adolescente común, disfrutando de videojuegos y salidas con amigos, se destacó por su compromiso con los más necesitados. Ayudaba en comedores populares y apoyaba a personas en situación de calle, convirtiéndose en un ejemplo de generosidad y fe.

El Vaticano ha reconocido dos milagros atribuidos a Acutis: la curación de un niño en Brasil y la recuperación de una adolescente en Costa Rica. Estos milagros fueron fundamentales para su canonización, que había sido inicialmente programada por el papa Francisco en el Jubileo de los Adolescentes, pero se retrasó tras su fallecimiento.

La madre de Carlo, Antonia Salzano, describió a su hijo como un "niño normal" que priorizaba su relación con Jesús. "Carlo era un niño obediente y extremadamente generoso", afirmó. Su vida estuvo marcada por acciones cotidianas que reflejaban su profunda espiritualidad, como dar catequesis a niños y crear una exposición digital sobre milagros eucarísticos.

El papa León XIV ha subrayado que la canonización de Acutis es un paso importante para acercar la Iglesia a las nuevas generaciones. Su figura simboliza la conexión entre la tradición católica y el mundo digital, convirtiéndose en un referente para los jóvenes católicos. En la ceremonia también será canonizado Pier Giorgio Frassati, un joven italiano conocido por su caridad.

Con su mochila y su sonrisa, Carlo Acutis se ha convertido en un símbolo de que la santidad es posible en cualquier época. Su legado perdurará como un ejemplo de cómo la fe y la tecnología pueden unirse para hacer el bien en el mundo.