Doña Patricia González, a quien las vecinas de la colonia Oasis conocen simplemente como “doña Paty”, atraviesa el momento más duro de su vida. A los 71 años, con osteoporosis y bronquitis crónica, fue desalojada del pequeño cuarto que rentaba en la calle Nueva Zelanda.
Sus pocas pertenencias quedaron regadas en la banqueta, a la intemperie. Algunas terminaron en manos de desconocidos que pasaban por ahí. Desde entonces, doña Paty se quedó sola, sin techo y con apenas unas bolsas y un colchón gastado como testigos de todo lo que perdió.
Hoy sobrevive gracias a la solidaridad de unas cuantas vecinas, que le ofrecen un plato de comida cuando pueden. El resto del tiempo, doña Paty sale a las calles con la esperanza de recibir una moneda para comprar pan o agua. Pero la realidad es cada vez