Un ruso y un chino llegan a las puertas del Cielo, donde les recibe San Pedro. “Buen día, Vladímir. Buen día, Xi. Bienvenidos a la vida eterna.” Vladímir mira a Xi, perplejo. “¿Pero qué demonios es esto? Nada que ver, eso seguro, con lo que hablamos esa vez en Beijing”.
Xi: Sí, me acuerdo perfectamente. Fue en agosto de 2025, justo antes de aquel desfile militar que monté para asustar al mundo occidental. Tus palabras exactas fueron: “La biotecnología está en continuo desarrollo. Los órganos humanos pueden trasplantarse continuamente. Cuanto más se vive, más joven se vuelve, e incluso se puede alcanzar la inmortalidad”.
Vladímir: Correcto. Pero yo hablaba de la inmortalidad en la Tierra. Mi idea era seguir para siempre siendo el zar de Rusia, conquistar Ucrania, luego Europa y tener a Es