Las conmemoraciones de las victorias militares suelen operar en dos planos: si por una parte operan en el campo emotivo y sirven para reconstruir y mantener vigente la memoria colectiva sobre el pasado, por el otro apelan al presente y otorgan un sentido de identidad con una orientación política claramente definida.
La reciente cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), realizada en la ciudad china de Tianjin (foto, Putin, Modi y Xi) entre el 31 de agosto y 1° de septiembre y, todavía más, los festejos por los ochenta años de la derrota de Japón y del final de la Segunda Guerra Mundial, celebrada el 3 de septiembre, no sólo recrearon un pasado de gloria para China, Rusia y una veintena de gobiernos aliados: también sirvió para señalar la crisis y la desorientación gener