No debe haber sido fácil meterse a hacer la biografía de Hannah Arendt. No debe haber sido algo relajado: Arendt, se sabe, fue una pensadora incómoda. Judía en Alemania, trabajó con el movimiento sionista sacando chicos de su país hacia Palestina, antes de la creción del Estado de Israel. La detuvieron brevemente, huyó hacia Estados Unidos. Cuando se iba a crear Israel, desconfió de un estado basado en una identidad étnica o religiosa (aunque fuera la suya). Después, en la posguerra, definió el totalitarismo poniendo en paralelo el nazismo y el estalinismo, una idea no apta para ganar amigos, por lo menos en la izquierda del momento. Cubrió el juicio al nazi Adolf Eichmann en Jerusalén y escribió crónicas por la que dijeron que era una judía con autoodio. Y, en ese contexto, creó la idea
Thomas Meyer, biógrafo de Hanna Arendt: “¿Es posible que cada uno sea un pequeño Eichmann?"

80