Segunda tarde consecutiva donde el público de la plaza municipal de Calasparra volvió a salir decepcionado. Más de tres cuartos de entrada ante un encierro de Dolores Aguirre, bien presentados, todos mostraron la querencia del encierro.

Abrió plaza el riojano Alberto Donaire, que lanceó con gusto, cargando la suerte en un ramillete de soberbias verónicas ante un precioso chorreao. Hernán Alonso colocó dos buenos pares, obligándole el público a desmonterarse. Donaire comenzó su faena de la manera que es moda entre los jóvenes toreros, por alto y olvidándose de los de antaño que se doblaban, y desde el inicio de la faena buscaban someter a los toros, sobre todo a estos de encastes duros. Su faena fue de esas ‘sucias’, que solo sirven para quitarle las moscas a los toros y que no dicen nad

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