Durante décadas se sostuvo que estudiar más podía ser un escudo contra el Alzheimer. La hipótesis se basaba en la reserva cognitiva, es decir, la capacidad del cerebro para usar recursos alternativos que compensen los daños y retrasen la aparición de síntomas.

Sin embargo, una investigación de la Facultad de Medicina Chobanian & Avedisian de la Universidad de Boston, publicada en la revista Journal of Alzheimer’s Disease, mostró un costado menos alentador.

Cuando la enfermedad finalmente se manifiesta, quienes tienen más estudios sufren un deterioro más rápido que quienes tuvieron menos años de formación.

El estudio y sus resultados

El trabajo analizó datos de más de 1.300 adultos mayores diagnosticados con Alzheimer en clínicas de memoria de Inglaterra, Alemania y Francia, como parte

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