No habrá bola de título para Marc Márquez en San Marino, pero a quién le importa. A los hermanos de Cervera nada, porque convirtieron Montmeló, el circuito más cercano a su casa en una fiesta privada. Ni soñándolo podrían haber escrito un mejor guion para ellos este curso. Tienen el Mundial de MotoGP secuestrado y se reparten el botín como mejor les parece.
En Barcelona, después del error enorme del sábado, Álex se tomó la revancha con una victoria monumental, saliendo desde la «pole», y recuperando la primera posición después de que Marc se la arrebatase en las primeras vueltas. Impuso su ley el pequeño de la casa, que ya ganó en Jerez, y ayer volvió a darse un baño de masas ante su afición, con un triunfo que merecía desde 24 horas antes.
No le tembló el pulso esta vez cuando