En los paisajes urbanos y rurales de nuestro país, hay un árbol que, aunque muchas veces pasa desapercibido en su fase sin follaje, se convierte en protagonista absoluto cuando llega el verano. Su silueta es inconfundible, un tronco abultado, casi como una botella gigante, cubierto de aguijones cónicos que parecen sacados de un cuento fantástico. En invierno, cuando sus ramas desnudas se alzan al cielo, parece una escultura surrealista. Pero es en los meses cálidos cuando este árbol revela su verdadera magia, una explosión de flores que transforma cualquier calle, parque o jardín en un espectáculo natural.
Las flores que brotan de sus ramas son grandes, vistosas y de colores intensos. Algunas especies lucen pétalos rosados con matices fucsia, otras se visten de blanco o amarillo con del