Tiene razón la influencer María Pombo cuando proclama que quienes leen no son mejores que quienes no lo hacen. Leer es solo una forma más de expansión de las propias fronteras mentales. Existen otras igual de legítimas. Probablemente, algunas de las personas que la han puesto de vuelta y media en las redes al descubrir en un vídeo que en las estanterías de su casa no hay libros son de aquellas que los amontonan en la mesita sin llegar a leérselos.

Espetar a Pombo que “los incultos orgullosos de serlo son tremendos’” denota una superioridad moral alarmante y muy poca voluntad de seducir al otro para que acceda al paraíso de la lectura. La novelista Mariana Enriquez sostiene en el ensayo Archipiélago (Ampersand) que leer procura una existencia muy real a aquellos que suscriben un pacto

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