Mi condición (o mi naturaleza) de publicista, creador de mensajes con un indisimulado interés comercial, me impulsa a percibir casi cualquier información como información interesada. Veo, o busco, qué me están queriendo vender. Es una deformación perversa, pero en ocasiones útil.

De vez en cuando algunos testimonios me reafirman en esa pulsión. Hace años leí en una entrevista con un exdirector de The New York Times , al inicio de la crisis de la prensa provocada por la llegada de internet, que un elevado porcentaje de las noticias publicadas por el diario procedían de notas de prensa.

Quizá por eso me cuesta entender un asunto que parece ser crucial en nuestros tiempos: la desinformación.

Si la obscena polarización en la que chapoteamos lleva a la mitad de los medios a contar un país

See Full Page