Nunca antes había sido tan urgente y necesario el reencuentro de los venezolanos. He observado con profunda preocupación cómo el debate político en Venezuela se ha degradado hasta convertirse en un intercambio de insultos y descalificaciones personales, sustituyendo las ideas por agravios, el diálogo por descalificaciones y la construcción colectiva por intereses particulares. Gran parte de esta narrativa es impulsada desde el exterior, financiada por intereses foráneos y reproducida por quienes, desde fuera de nuestras fronteras, buscan desestabilizar la imagen de Venezuela y de sus instituciones. Sin pruebas se lanzan acusaciones, cuando en realidad son esas mismas voces las que carecen de legitimidad para juzgarnos. Frente a esta arremetida, llama la atención el silencio cómplice de al
CLARO Y RASPAO | LA UNIDAD NACIONAL COMO VALOR GENUINO

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