España lidera el consumo global de benzodiacepinas en humanos, y este dato, que ya de por sí resulta alarmante, adquiere otra dimensión cuando se observa un fenómeno paralelo en la veterinaria, y es que cada vez más perros reciben psicofármacos para resolver problemas de conducta. No hablamos de un capricho pasajero, sino de una tendencia en crecimiento que refleja tanto las dificultades reales de muchos animales como las expectativas, a veces irreales, de sus cuidadores. La pregunta de fondo es incómoda: ¿estamos atendiendo las necesidades de los perros o estamos adaptando su química cerebral para que encajen mejor en nuestro estilo de vida?
Datos recientes muestran que más del 99 % de los perros presentan al menos un problema de conducta, y casi el 70 % de los propietarios ocultan esta