Todos hemos sentido alguna vez cómo la rabia sube hasta la garganta: el corazón late con fuerza, la respiración se acelera y la tensión muscular se dispara. Aunque el enfado es una emoción normal y necesaria, nos avisa de que algo no va bien y nos impulsa a defendernos , si no sabemos regularlo puede llevarnos a decir o hacer cosas de las que después nos arrepentimos.
De hecho, la American Psychological Association (APA) advierte de que los episodios de ira descontrolada no solo deterioran nuestras relaciones personales y laborales, sino que también afectan a la salud física , aumentando el riesgo de hipertensión, problemas cardíacos o trastornos de ansiedad. Por eso, la psicología lleva años investigando técnicas prácticas para desactivar el enfado antes de que se convierta en un pro