El número uno reflexiona sobre su evolución, su madurez creciente y el rol del deportista tras haber firmado su torneo más redondo y alzado su sexto grande
Carlos Alcaraz (El Palmar, Murcia; 22 años) se mueve por las galerías de la Arthur Ashe con el trofeo bien amarrado entre esas dos manos fuertes, como si fuera un hijo. “¡Cuidado, que me lo dejo! Y no es plan...”, dice al abandonar una estancia para trasladarse inmediatamente a otra. Dos horas antes ha logrado el sexto grande de su todavía corta carrera , el segundo en Nueva York, y ha vuelto de nuevo a ocupar la cima del tenis en el mismo escenario que le encumbró por primera vez, hace tres años. Mucho y poco queda de aquel chaval que se presentaba a grito pelado a ojos del mundo: “¡Soy un toro! ¡Soy un toro!”. El murciano conserva