Uno de los hechos aparentemente incuestionables que uno escucha durante este viaje de descubrimiento que es la literatura, es la maestría con la que fue escrito Madame Bovary, el libro más conocido de Gustave Flaubert.

No pocos son los escritores que han elogiado esta intrincada historia de desamores y desilusiones ambientada en una Francia añeja, cruda, en un punto medio entre nuestro tiempo y el pasado imprecisable. De esos acérrimos defensores recuerdo a Hemingway, que incluyó la novela en una lista de títulos indispensables para aprender a escribir, que le entregó a un joven que vino a pedirle consejos del oficio.

Vargas Llosa es otro fervoroso flaubertiano que siempre antepuso a Emma Bovary en sus lecturas destacadas. Testimonios de tal peso despertaron mi curiosidad, entonces, y me

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