Jennifer Córdoba Henao se tomaba muy en serio los alcances de la sentencia 4360 de la Corte Suprema de Justicia que reconocía a la Amazonía como a “un sujeto de derechos”. A la mayoría de sus vecinos de la inspección de Barranquillita de Miraflores, en Guaviare, aquello les sonaba extraño, pero ella -paciente y bien dispuesta a sus 22 años- se sentaba a explicarles.
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Sobre un pizarrón remarcaba que era obligación de todos, incluidos los vecinos, los grupos armados ilegales y las agencias del Estado, parar la deforestación que se estaba robando la verdadera riqueza de sus tierras para cedérsela a la coca. También, que había que unirse para proteger las vertientes más bellas que comenzaban a arrastrar mercurio y otros químicos de desecho de la minería ilegal.
Mientras la joven a