En el paraíso del fin del mundo, donde los turistas suspiran ante glaciares, montañas y bosques infinitos, los vecinos también pueden admirar otro espectáculo inolvidable: el cementerio automotor al aire libre. Basta con caminar por las calles de Ushuaia para toparse con joyas mecánicas como esta combi fantasma, oxidada y sin ruedas, abrazada tiernamente a un sedan que ya pide jubilación.

El ingenio local ha transformado los espacios de estacionamiento en galerías de arte urbano, donde cada vehículo abandonado se exhibe como instalación conceptual: “El progreso detenido”, “Naturaleza muerta sobre asfalto” o “Turismo en ruinas”. Una postal que ningún visitante esperaba llevarse en su álbum de recuerdos.

Claro que, mientras tanto, los automovilistas que sí usan sus autos deben dar vueltas

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