Ihab Abu Jazar es el entrenador de una selección que no tiene estadio, ni localía, ni certezas. Tampoco tiempo para soñar: cada notificación en su celular puede traer la peor noticia. Dirige a Palestina , un equipo en guerra permanente, con los botines embarrados de dolor. En una entrevista con La Gazzetta dello Sport, el técnico no esquiva nada: habla del fútbol, de la muerte, del exilio y de lo que significa jugar cuando todo alrededor se cae a pedazos.
Desde octubre de 2019, Palestina no juega un partido en casa. Van 2.155 días —más de seis años— sin pisar su propio césped. La última vez fue en Al-Ram, un 0-0 contra Arabia Saudita. Desde entonces, todos los partidos se juegan en campos neutrales. Doha es hoy su “localía”, aunque nadie pueda llamarla casa .
Abu Jazar asumió el 3 d