El 4 de septiembre, la Familia Real británica perdió a una de sus figuras más longevas y discretamente influyentes: la duquesa de Kent, Katharine Worsley. Tenía 92 años y medio siglo de vida dedicada a la institución, aunque con un sello personal que la convirtió en pionera silenciosa dentro de los Windso r. Su fallecimiento no solo ha provocado luto en Buckingham, también ha generado un gesto histórico que sitúa al reinado de Carlos III en un nuevo capítulo: el de la apertura religiosa.

El próximo 16 de septiembre, la duquesa recibirá un funeral católico en la Catedral de Westminster , un hecho sin precedentes en más de 400 años. No se trata de la célebre Abadía, escenario de coronaciones y bodas reales, sino de la catedral católica, inaugurada en 1903 y corazón del catolicismo en In

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