Con una pensión de menos de seis euros al mes, Juan, de 60 años; no sobrevive ni tres días en Cuba; tiene graves problemas de salud y tampoco puede comprar sus medicinas porque son muy caras en el mercado informal y en las farmacias estatales no las hay, lo poco que consigue lo destina a su (mal) alimentación. «Vivo hacinado en un barracón, en condiciones infrahumanas. Yo soy hijo de esta revolución y nací aquí. Mi casa se derrumbó debido a un ciclón hace años y el Gobierno no me ha ayudado ni nadie ha venido a preocuparse por mí. Me siento mal, y no hay trabajo, no hay nada, mi situación económica es precaria, bastante difícil», relató Juan.Su testimonio forma parte de los más de 1.300 recopilados por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) en su Estudio sobre Derechos Sociales
«Genocidio en cámara lenta»: siete de cada diez cubanos se privan de alguna comida diariamente y el 89% vive en la pobreza extrema

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