En las bulliciosas avenidas de Ciudad Juárez, donde más del 43.8% de los residentes dependen del automóvil para sus traslados diarios al trabajo, un problema crónico socava la eficiencia y la seguridad urbana: el mal funcionamiento recurrente de los semáforos.
Este no es un inconveniente menor; es una falla sistémica que expone a miles de juarenses a riesgos innecesarios, contribuyendo a un incremento en los accidentes viales y alimentando una percepción de inseguridad que afecta al 59.5% de la población, según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana de 2024.
En un momento en que la ciudad busca consolidarse como un polo de desarrollo fronterizo, estas deficiencias en la infraestructura vial representan un obstáculo significativo para el progreso colectivo.
Los datos revelan un