El sur de Asia hierve en un caldero de máxima indignación. La corrupción endémica y la censura han desatado un levantamiento social que azota la región, desde las callejuelas empedradas de Katmandú hasta los escombros humeantes del parlamento indonesio de Makassar. Miles de jóvenes denuncian esta semana el supuesto nepotismo -la práctica de favorecer a familiares o allegados en el acceso a cargos y empleos- y la inmoralidad del sistema político nepalí. En Filipinas, comunidades anegadas por diluvios claman contra el saqueo de fondos públicos ; en Malasia, una reforma anticorrupción, aprobada con celeridad sospechosa, ha encendido la ira contra el primer ministro Anwar Ibrahim; y en Indonesia, el privilegio obsceno de una élite política, ajena al sufrimiento de las masas, ha impulsado un

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