Toronto, Canadá. - En la premiere continental de Frankenstein, en el Festival de Cine de Toronto, Guillermo Del Toro no dejó a nadie con las ganas de acercarse a él.
El tapatío, quien se dice mexicano-torontoniano porque tiene más de dos décadas residiendo en la capital de Ontario, llegó del brazo de su esposa, Kim Morgan.
Se le despegó, pero para acercarse al público que le acercó pósters para firmar, que sacó unas banderas de México y que le gritó y lo alabó sin parar.
"Es que mexicanos hay donde sea, un chingo de paisanos trabajando y me encanta que vengan a saludar. Son palmaditas al corazón, somos mexicanos, ¡cabrones!", dijo "El Gordo" a un miembro de la seguridad cuando lo escuchó hablar.
Paso seguro, sonriente, y acomodándose las gafas de armazón negra, el triple ganador del Ó