
A pesar de la finalización de las obras de asfaltado y adecuación del entorno del puente de los Italianos en Torrelavega , las redes sociales se han convertido en el altavoz de un malestar creciente entre los vecinos, transportistas y usuarios habituales de esta infraestructura. Lo que debía ser una mejora ha resultado, para muchos, una chapuza cara e ineficaz.
Una reforma que no resuelve el problema principal
«El puente ha quedado más estrecho que antes, imposible para dos camiones», lamenta un transportista habitual. Como él, decenas de usuarios han señalado la falta de espacio de rodadura , el tamaño excesivo de las aceras y la instalación de barandillas que, lejos de mejorar la seguridad, reducen aún más la calzada.
La denuncia es casi unánime: se ha invertido tiempo y dinero público en un proyecto que no responde a las necesidades reales de quienes transitan la zona. «Demasiada acera, mucha barandilla y poco vial», resume otro vecino en redes.
Impacto en el tráfico pesado
Los testimonios apuntan a una consecuencia directa: los vehículos pesados deben frenar o detenerse al cruzarse en el puente, generando peligros innecesarios y retrasos que afectan al conjunto de la movilidad local. «Tendremos muchos espejos rotos y un sufrimiento diario», advierte un conductor profesional.
Una crítica extendida al modelo de gestión municipal
El proyecto, defendido públicamente por el alcalde socialista del PRC, Javier López Estrada, ha sido cuestionado no solo por su ejecución, sino también por el simbolismo de una gestión que —según los ciudadanos— prioriza la estética superficial sobre la funcionalidad real .
«Muy bonito, pero inútil», resume otro comentario. «El puente sigue siendo una odisea para camiones y autobuses», añaden.
Las instalaciones deportivas, el gran olvidado
La indignación ciudadana ha ido más allá del puente. Varias voces han señalado el estado lamentable de las instalaciones deportivas municipales colindantes, utilizadas por centenares de niños cada semana. «Mientras se presume de barandillas, los vestuarios están en ruinas», denuncia un vecino.
Ironía, hartazgo y desconfianza
La conversación pública se ha llenado de ironía y resignación. «¿El mismo ingeniero que diseñó los trenes que no caben en los túneles?», se preguntan algunos. Otros reclaman que, de haber reducido apenas 15 o 20 centímetros de acera a cada lado, la circulación de vehículos habría mejorado notablemente sin grandes costes.
Lo que viene: cierres, desvíos y más tensión
El malestar se agudiza ante el anuncio del próximo cierre del puente de acceso desde Aspla, lo que obligará a redirigir aún más tráfico por el ya conflictivo paso de los Italianos. «Cuando cierren el de Aspla, el caos va a ser monumental», alerta un comentario compartido decenas de veces.
En paralelo, crece la inquietud por las obras anunciadas en el Parque Manuel Barquín . «El último pulmón verde de la ciudad está en la mira», se quejan los vecinos.
Una Torrelavega que pide menos marketing y más soluciones
Las obras públicas no pueden convertirse en monumentos a la improvisación. La ciudadanía exige planificación seria, técnicos que escuchen y políticos que no confundan inauguración con solución. Porque de lo contrario, el pavimento liso solo cubrirá problemas profundos que siguen sin resolverse.