El cuerpo cambia, incluso cuando no lo notamos. Uno de los procesos más silenciosos es la pérdida de masa muscular. No se trata solo de fuerza: este desgaste afecta al metabolismo, la salud ósea, la movilidad y la energía cotidiana. Frente a este escenario, asegurar un consumo adecuado de proteínas es una inversión en bienestar y calidad de vida.

“La pérdida de masa muscular es progresiva y se acelera desde los 40 años, con una disminución cercana al 1% anual. En la menopausia este proceso se intensifica principalmente por dos razones: la baja de estrógenos —hormonas que tienen un efecto anabólico indirecto al regular la sensibilidad a la insulina y la síntesis proteica—, y un estado de inflamación sistémica de bajo grado asociado a esta etapa. Esto también se manifiesta en síntomas como

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