Definitivamente, lo ocurrido la semana pasada con la elección, por parte del Senado de la República, de un nuevo magistrado de la Corte Constitucional a partir de la terna presentada por la Corte Suprema de Justicia, resultó ser un revés político para el presidente Gustavo Petro.

Desde hace varios meses, el presidente venía preparando una estrategia para asegurarse mayorías dentro de la Corte Constitucional. Su propósito no era únicamente obtener beneficios durante lo que resta de su mandato, sino consolidar un poder que se extendiera más allá de su periodo presidencial, proyectándose incluso para los próximos ocho años. Una estrategia que, según sus críticos, replica lo ocurrido en países como Nicaragua y Venezuela, donde sus gobernantes se aseguraron el control de todas las institucione

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