El 10 de septiembre de 1960, en los Juegos Olímpicos de Roma, un hombre desconocido para la mayoría del público internacional cambió para siempre la historia del atletismo. Abebe Bikila, un soldado de la Guardia Imperial de Etiopía, corrió el maratón olímpico descalzo, y con paso firme cruzó la meta en primer lugar, estableciendo un récord mundial con un tiempo de 2 horas, 15 minutos y 16 segundos.
Su victoria fue doblemente histórica: Bikila se convirtió en el primer africano en ganar una medalla de oro olímpica, y lo hizo desafiando todas las convenciones, sin calzado en una prueba de 42 kilómetros.
El maratón de Roma tuvo un encanto especial. A diferencia de otras ediciones, se corrió al atardecer para evitar el calor del verano italiano, y el recorrido atravesó monumentos emblemático