Una hora antes del inicio, el recinto de Ñuñoa lucía semivacío. Ni siquiera el regreso de Marcelo Bielsa, ahora en la banca celeste, alcanzó para colmar las graderías. El castigo por los cantos racistas frente a Argentina redujo el aforo y, aun con menos entradas disponibles, sobraban asientos. La imagen hablaba de la desconexión creciente entre la Selección y su público. El resultado de unas Eliminatorias infaustas, que culminaron el martes por la noche con el 0-0 entre la Roja y Uruguay.
La ANFP intentó enviar señales correctivas. En la galería se desplegaron lienzos con mensajes como “No más cantos discriminatorios” o “Sanción de cuatro años”. A eso se sumó la tarjeta verde, un gesto simbólico que volvió para promover el respeto al himno rival. Todo en medio de un ambiente donde el fan