Educar, decía Sócrates, es enseñar a pensar, y los argentinos sabemos que nuestra educación está fallando. La sociedad no percibe que estamos en “emergencia educativa”, y el asumir esta realidad es una obligación moral y ética.Somos ricos en el discurso pedagógico, pero en la práctica seguimos exigiendo el dominio memorioso de los datos, en vez de la reflexión.
Enseñar a pensar, es precisamente “el meollo” de la educación formal. Pensar es estructurar y se logra enseñando filosofía como se tiende a hacer ahora con niños de la escuela primaria.
La enseñanza en general se dedica a transmitir información de lo más variada. Por ejemplo Hamlet, quien representa la complejidad y las contradicciones del ser humano; la fórmula química del agua. Todos son datos, y aprender es acumular esos datos,