Vivimos grandes momentos para los tecnófilos. Más allá de los cada vez más avanzados dispositivos que nos rodean -sin ir más lejos hace unos días en el aeropuerto, un robot autodirigido iba limpiando la sala donde se recogen el equipaje-, el mayor cambio que estamos presenciando es el de la inteligencia artificial. Una tecnología que, tras todo tipo de aplicaciones a nuestro entorno, era tan solo cuestión de tiempo que llegara incluso a nuestra vida sexual.

Pero este camino de la electrónica hacia la cama no se ha dado por igual para todo el mundo, sino que se ha visto afectado por los sesgos de género. Y es que hay mucha distancia entre la IA que se emplea en juguetes sexuales para ellos y la que se usa para aquellos que están destinados para nosotras. Pero, ¿hasta qué punto es preocupan

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