Nombrar a un hijo nunca resulta una decisión simple. En ese proceso se entrecruzan las tradiciones familiares, los significados culturales, las modas del momento y, cada vez más, la búsqueda de un nombre diferente que aporte originalidad. En un país como Argentina, marcado por la mezcla de raíces europeas, pueblos originarios e influencias de inmigraciones recientes, las posibilidades se multiplican y convierten la elección en un desafío tan amplio como simbólico.
El Registro Nacional de las Personas (Renaper) mantiene, desde hace décadas, una base de datos que refleja esa diversidad. Allí figuran más de 29.088 nombres únicos , es decir, que fueron inscriptos una sola vez entre 1925 y 2015.
Detrás de cada uno de ellos hay una historia particular, muchas veces atravesada por la creati